Parece que Rita Hayworth estuvo predestinada a ser uno de los mitos por excelencia de Hollywood, solo basta con echar una mirada a su biografía para comprobar que, como toda gran diosa del celuloide, su vida estuvo plagada de explotación, sufrimiento y tristezas. Nacida en Nueva York un 17 de octubre de 1918 bajo el nombre de Margarita Carmen Cansino Hayworth, la futura femme fatale de la década de los años 40 fue hija del reconocido bailarín sevillano Eduardo Cansino quien le transferiría su conocimiento de la danza, pero, también, con quien conocería sus primeros sinsabores debido a que, con tan solo 13 años, la joven Margarita pasaba largas jornadas laborales en espectáculos donde su padre no sólo la hacia pasar por su pareja de baile, sino también como su mujer y, es bien sabido que la sometía a abusos sexuales. La suerte de Rita mejoró un poco con la llegada de la familia a Estados Unidos y su posterior enrolamiento en el séptimo arte, aunque también es cierto que siempre manifestó repudio por una industria de la que no guardaba buenos recuerdos.
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La vida de la chica dio un giro gracias a su primer marido, Edward Judson, quien la convirtió en su empresa personal y quien la transformó en la Rita Hayworth que todos conocemos. Judson, además de definir la imagen glamurosa de su mujer, fue artífice para que ésta consiguiera un contrato con la Columbia Pictures, estudio para el que realizaría sus primeros protagónicos y con el que quedaría inmortalizada en la gran pantalla con sus dos películas más emblemáticas: Gilda - 97%, de Charles Vidor, y La Dama de Shanghai - 
86%, de Orson Welles.
Considerada uno de los más grandes mitos eróticos de todos los tiempos por su peculiar mezcla de sensualidad y timidez, la figura de Rita Hayworth resulta imprescindible para entender el devenir de la liberación sexual en la gran pantalla, su desafiante y sugerente interpretación de la canción “Put the blame on Mame” en la cinta Gilda mientras se despoja de uno de sus guantes, revolucionó los límites permitidos de la “desnudez” para la época, tanto que ese gesto ha pasado a ser considerado como el primer striptease en los anales del cine.
Rita Hayworth pasó sus últimos años renegando del mito que, de manera premeditada o no, construyó con sus personajes, principalmente con el de la cinta de Vidor, un hecho que terminó debilitado su de por sí fragilidad emocional. Antes de perder por completo la batalla contra el Alzheimer, Rita Hayworth recordaba con amargura sus años en la industria del cine. A cien años de su nacimiento, recordamos las mejores películas, de acuerdo con los críticos de cine, de uno de los iconos fundamentales del Hollywood dorado.
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Sólo los Ángeles tienen Alas - 100%
Considerada una de las mejores películas en la filmografía de Howard Hawks, Sólo los Ángeles tienen Alas supuso el primer papel relevante de Rita Hayworth luego de una serie de pequeños papeles en otras producciones. La historia sigue a una joven américa (Jean Arthur) que, luego de hacer una escala en un país sudamericano, conoce al propietario de un servicio de correo aéreo (Cary Grant) cuya transportación se convierte en una verdadera tarea de vida o muerte al tener que cruzar sobre los Andes. En la cinta, Hayworth da vida a Judy Kilgallen, esposa del piloto venido en desgracia, Bat Kilgallen (Richard Barthelmess). De la profundidad de su argumento, el crítico Tom Huddleston, de Time Out, escribió:
‘Only Angels Have Wings’ usa su ligera trama como una excusa para realizar un análisis agudo a bisturí en torno a hombres bajo presión: se quejan, se culpan y se niegan a retroceder.
Una de las primeras encarnaciones de Rita Hayworth como mujer fatal llegó con la adaptación de la novela Sangre y Arena de Vicente Blasco Ibáñez , donde la actriz interpreta a doña Sol, una joven, bella y frívola aristócrata y quien será la perdición de Juan Gallardo (Tyrone Power), un torero que ha alcanzado el estrellato que desde niño deseó. En su revisión para el portal EmanuelLevy.Com, el crítico Emanuel Levy destacó los logros cinematográficos y el impulso que estos tienen en el desarrollo de los personajes:
Este remake hermosamente montado que merecidamente ganó el Óscar a la mejor fotografía en color, ostenta valores de producción que abruman a la historia y sus personajes.
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Con permiso de Ginger Rogers, muchos afirman que Rita Hayworth fue la pareja de baile favorita de Fred Astaire. Remake de la cinta argentina Los Martes, Orquídeas, y filmada en Argentina, la cinta gira en torno a un bailarín (Astaire) que, exiliado en Buenos Aires, se dedica a cortejar a la hija del dueño del hotel donde se aloja (Hayworth), sin embargo, el plan se sale de control cuando éste termina enamorándose de verdad de la muchacha. Destacando la gracia y química con Fred Astaire, el crítico Jeffrey M. Anderson, de San Francisco Examiner, destacó sobre el trabajo de Rita Hayworth:
Hayworth no es Rogers, pero de todos modos ella es una compañera encantadora.
La película que creó el mito y que terminaría asfixiando a Hayworth. dirigida por Charles Vidor, la cinta nos presenta a Johnny Farrell (Glenn Ford), un tramposo apostador que acaba de llegar a Buenos Aires para terminar siendo rescatado de un intento de asalto por Ballin Mundson (George Macready), el propietario de un casino que decide convertirlo en su mano derecha. Cuando Farrell descubre que su patrón está casado con Gilda (Hayworth), una antigua amante suya a la que acabó odiando, todo se complica. Y más aún cuando, de repente, Mundson desaparece. Definida como una clase de cine negro hasta y aclamada por presentar una de las escenas más sensuales cortesía de Rita Hayworth, Peter Bradshaw, de Guardian, resumió la grandeza del filme con la frase:
Un regalo del Hollywood de los años cuarenta.
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Contaba Orson Welles que decidió realizar La Dama de Shanghái para mejorar el libro en el que se inspira, If I Die Before I Wake, de Sherwood King , el cual, según sus palabras, le pareció horroroso; para dicha empresa, el director protagonizó la cinta al lado de su entonces esposa Rita Hayworth. La película sigue a Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés que entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) quedando atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. Entregando una de las escenas más icónicas del cine en un pasillo lleno de espejos, los críticos de cine han catalogado a esta historia como una de las fundamentales del cine negro, por ejemplo, el crítico Glenn Heath Jr., de Little White Lies, escribió en su reseña:
El tiempo prueba a esta película como ambiciosa en el mejor sentido.
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